EL SILENCIO DE DON “SI ACASO”



Fue a mediados de octubre de 2010 cuando un empaite en batida al jabalí quiso presentarme a Don “Si acaso”. Me dijo hola y adiós, pasando veloz y brincando hasta desaparecer entre la espesura. Ese caramelo puesto en boca y arrancado de cuajo me hizo divagar en su barrio horas y más horas hasta conseguir empaparme de su biografía y modus vivendi.


En la primavera siguiente decidí esperarlo en varios escenarios y así poder valorar mejor si Don “Si acaso” cumplía los requisitos, pero cada vez que me paseaba por su hábitat, Don “Si acaso” sólo me decía hola y adiós, sin conseguir entablar conversación. Algunas veces sólo decía adiós y, otras muchas, no quería ni recibirme. A cada cambio de olor, ruido o fisonomía no reconocida, Don “Si acaso” prefería desaparecer dejando lo que estuviera haciendo para protegerse, por si acaso.

Eso aumentó aun más mis ganas de ganarle la partida, aún sabiendo que no sería coser y cantar.
En una de esas esperas fugaces conseguí grabar en vídeo cómo salía de su guarida y se ponía a seleccionar brotes a campo descubierto hasta que su fino olfato me delataba.

Ya en invierno de 2011, en otra batida, salió a saludarme con un hola y adiós, pero esta vez acompañado de dos mademoiselles muy estiradas.

Durante junio del presente las he visto de todos los colores y tamaños. Seguía probando esperas en mis posturas seleccionadas, variando la suerte según las condiciones meteorológicas y según mis manías, todo hay que decirlo, pero siempre pasaba algo inesperado que defendía a Don “Si acaso”.
Un día, llegando a mi aposento, me saltó una corza a dos escasos metros y me dejó al descubierto. Otro día, ya con el culo en su sitio, un repentino y brusco cambio de aire también le enseñó a Don “Si acaso” mi ubicación. En otra jornada, fue la entrada torpona que realicé sobre un suelo de pinocha, ramitas secas y crujientes y piñas lo que delató mi presencia, llevándome, una vez más, el ladrido pertinente.

En más de una ocasión, fueron los jabalíes los protectores de Don “Si acaso”. En una de ellas, bien colocado a la sombra de una encina, relajándome y dejando pasar las horas de desconexión, me despertó un potente ladrido salido del otro lado del rastrojo. Comprobé el aire i ví que era imposible que se refiriese a mi. Al cabo de dos minutos descubrí que le estaba ladrando a un viejo macareno que decidió comer en su salón, privando así la entrada al precavido duende.
 La piara también me deleitó algún día dejando al corzo sin sus raciones de brotes tiernos. Y así, durante unos cuantos días, los suídos colaboraron con Don “Si acaso” ejerciendo de protectores.

En otra ocasión fue Maese Zorro, que me iba rodeando y me distraía la vista, mientras que en uno de esos rodeos apareció en el campo un corcino despistado que ayudó a añadirle argumentos a mis salidas.

La primera quincena de julio pasó en blanco por motivos de agenda y, ya en tiempo de descuento, volví a mis andadas. En un principio tuve la misma suerte de junio: cambios de aire, visitas inesperadas, corzas y más corzas y ladras y más ladras... hasta la víspera de San Jaime.

Ese día, mientras me distraía con el volar jugueteado de los arrendajos me apareció por sorpresa, de repente y de la nada, como siempre, una corza en medio de la siembra. Acto seguido salió Don “Si acaso”! En ese mismo instante mi cuerpo empezó a quemar adrenalina y unos sudores fríos me recorrían de arriba abajo. 250 metros… y yo pensaba: acércate más!... 200 metros, 150… y quieto. Apunté y no conseguía asegurar el objetivo, pues me temblaba el pulso. Desencaré, levanté la vista y… ya no estaban. Desaparecieron, como siempre, por arte de magia.

Al día siguiente, ya conociendo aun más sus antecedentes y su historial y, a sabiendas de su trayectoria, me propuse acortar la distancia de espera. Fusionándome entre la maleza aguanté una, dos y casi tres horas hasta que Don “Si acaso” decidió salir al prado, a escasos 30 metros de mi, esta vez faltado de su suerte habitual. Apunté y Zas!….. se hizo un silencio en honor a Don “Si acaso”.


Comentaris

Entrades populars